lunes, 30 de diciembre de 2013

Haciendo balance... Adiós, 2013

Me siento a escribir porque me has pedido un balance bloguero... Y no sé por dónde empezar.

Quizá podría resumir este 2013 como un año "vitualmente movidito".

Empecé dejándome llevar por esa euforia de bloguera primeriza, viviendo en un estado de inopia permanente, donde todo era paz y amor. Abierta en canal ante el mundo 2.0, fui descubriendo personitas adorables que ahora mismo puedo calificar de imprescindibles. Verás que brilla resplandeciente en mi blog, mi Ohana 2.0. (Schhhhhhhhh... no lo nombres muy alto... que esta palabra parece despertar a la bestia... y me muero de la pereza, para qué te voy a engañar...)

Está ya demasiado dicho eso de "no voy a nombraros a todas porque seguro que me dejo a alguna", pero debo repetirlo, tendréis que perdonarme.

Ha sido el año de la #GHmamipandi, risas por doquier, olvidándonos de la vida real por unas horas, compartiendo algo más que opiniones, forjando lazos.

El año del #yomemimo (confieso que lo empecé yo y originalmente era #YAmemimo, pero las chicas siguieron con el #YOmemimo y es muy difícil empezar una discusión en 140 caracteres...), donde descubrimos que nunca es tarde para cuidarse, y donde la gran maestra Virginia (@aranda_virginia en Twitter, por si gustas) nos enseñó truquitos para hacerlo mucho más fácil.

También el año de la #donutsmamipandi, porque el placer de un dulce no puede quitártelo nadie... y es mucho más enriquecedor cuando lo compartes...

Como en todo balance, también hay una parte negativa... La decepción 2.0 también hizo su aparición en este 2013. Desperté de golpe de esa fase de "ensueño", cual principio de relación, cuando vi la cara más amarga de esta otra versión de vida. "Blogstars" y "tuitstars" capaces de insultar, humillar, boicotear y maldecir sin despeinarse siquiera, si con ello pueden ganar algunos seguidores.
Te juro que me costó horrores comprender, de hecho creo que no lo conseguí del todo. Empecé a entender cuando supe que puede ganarse dinero con un blog. De nuevo el maldito dinero sacando lo peor de la gente.

¡Ojo! Que incluso de esa decepción aprendí y saqué mucho positivo: hice limpieza en mi TL (qué tranquilidad, dios mío...), empecé a darle a las cosas la importancia justa que tienen, no más, y, por qué no decirlo, ahora tengo los ojos mucho más abiertos y la boquita algo más cerrada.

Acabaré diciendo que 2013 ha sido el año de mi primera (y única, de momento) desvirtualización. Poner piel y voz a alguien con quien has compartido tanto es, sencillamente, indescriptible. Gracias, Bea, por esa tarde de risas mirando al mar.

Venga, va... No puedo acabar el balance sin rendir un pequeño homenaje a esas personas que ya he descrito como mis imprescindibles. Entre otras cosas, porque si no las conoces ya va siendo hora de que las sigas... Son lo mejor de lo mejor.

(Aviso para navegantes: el orden de esta lista se debe exclusivamente al orden de aparición en mi Twitter, no es un orden de preferencias. Adoro a todos por igual)

  • @mamatambiensabe Si me conoces ya sabes que la adoro, sin más explicaciones. Es mi ángel de la guarda, aunque a ella le dé reparo leerlo. Es coherencia en estado puro, firmeza, amor, sensibilidad... Eso, la más.
  • @trimadre30 Admirable, loca y sorprendente a partes iguales. A veces creo que vino de otro planeta... Pero estoy dispuesta a aprender  todo lo que quiera enseñarme...
  • @MuchmorethanIam Ternura y sabiduría. Una "monstrua" de las letras. Solidaridad y bondad, amor por todos los costados. Y mi coach (por afición) particular.
  • @bcuatre O cómo disfrazar la ternura máxima de la ironía más desternillante. Mi primera desvirtualización. Inmensa.
  • @MurielyYo La argentina más "grosa" y sensible del patio. Impresionante compartir con ella tanto, con tantos kilómetros de distancia... La magia 2.0 es ella.
  • @alcobadeblanca Sus manos valen oro. Y sus palabras, siempre acertadas, también. Me encanta cómo pasa de un tema a otro siempre con la misma coherencia. La reina indiscutible del DIY.
  • @Didi_Didiana Mujer emprendedora, luchadora como la que más. Siempre ahí, aunque le falten horas al día.
  • @aromsevein Una de las personas más intensas que he conocido jamás. Con una luz que ciega y que no todos saben apreciar... No dejes de pasarte por su morada, no te arrepentirás.
  • @aranda_virginia La dulzura de una niña y la sabiduría de una gran profesional. Su blog se hace de rogar, pero nacerá, ya verás cómo nacerá...
  • @letBDiaz Mi dulce alma gemela. Contra viento y marea, sigue en pie. Estaré a tu lado cuando cese la tormenta, no lo dudes.
  • @laimmj10 Esa madraza a la que la vida ha puesto a prueba, pero sabrá superarla con nota. Siempre tiene la palabra adecuada y siempre está cuando la necesitas. Eso, señores, es un  don.
  • @piquimami Juventud, divino tesoro. Siempre alegre y divina, ¿quién da más?
  • @Mama_c_corriente Una de las primeras personas que se animó a compartir conmigo ideas, risas, y hasta contratiempos. Ahí sigue, cerquita mío. No olvides que estoy aquí, algo lejos en kilómetros, pero a tu lado.
  • @mis2monstruitos El único hombre en esta lista. Ni siquiera sé cómo describirlo. Se hace un hueco en el corazón de todos poco a poco, sigiloso, disfrazando también el exceso de ternura con el humor más mordaz. Tiene algo que engancha, será que es real como la vida misma.
  • @natamh Lenta y discretamente ha sabido hacerse un hueco en la familia 2.0 más hermosa. Voy descubriéndola por momentos y cuanto más sé, más me gusta. Jamás le he "leído" una mala palabra, ideal para levantar el ánimo y empezar bien el día.
Y poco a poco, en estos últimos meses, han aparecido cuatro personitas más. De esas que empiezan a tocar el corazoncito... Y a las que pienso seguir muy de cerca.

  • @ElenaFrisuelosP Todo un descubrimiento. Gran profesional y, por lo que parece, amiga de sus amigos... Me gusta
  • @ReginaTg1986 Una mamá reciente con mucho amor que dar. Joven pero con las ideas claras, todo un descubrimiento.
  • @marijose_saez Frescura, siempre positiva. Gente así es la que hace falta en el mundo... ¡En el 2.0 y el 1.0 también!
  • @Nube314 Coge todas las fuerzas necesarias para volar alto... Este 2014 va a ser tu año, hazme caso. Mira en tu interior, afronta las tinieblas y dale poder a tus genialidades. Sé que eres más fuerte de lo que crees, pero, por si flaqueas, aquí me tienes.
Como verás, las he nombrado con su nick en Twitter, para que te sea más fácil encontrarlos y puedas disfrutarlos desde ya.

He enlazado sus blogs, para cuando tengas tiempo, son tesoros, de verdad. Solo tienes que "clickar" en sus nombres.

Y así despedimos 2013. Seguiré estando bastante ausente... Pero presente siempre que me necesitéis.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Superando traumas, descubriendo ángeles

Creo que nunca voy a olvidar el día de hoy.

He despertado nerviosa, rozando la histeria. Por fin iba a superar uno de mis mayores miedos, por fin iba a saber, por fin le plantaba cara a la incertidumbre.

Llevo años evitando esa prueba médica que me sacaría de dudas, pues la única vez que me la hicieron era una niña y fue tal carnicería que me juré a mí misma no repetir jamás.

Pero desde hace casi dos años mi conciencia me atormentaba más que nunca "¿ves ese bebé?" me decía. "Pues te necesita, más de lo que nadie te ha necesitado jamás. Si tú no te cuidas no podrás cuidarla a ella como merece. Y tú no quieres que ella sufra lo que tú has sufrido... ¿verdad?".

Cierto, le decía yo. Pero seguía posponiendo el momento. El trabajo, la conciliación imposible... Nunca era el momento ideal.

Hasta que hace unos días mi ángel de la guarda 2.0 descubrió mi temor. Me convenció que debía hacerme la prueba YA, sin excusas. Y me "avisó" de que podía ser muy pesada... Así fue. Insistió TODOS y cada uno de los días posteriores. Fue mucho más convincente que mi propia conciencia, mucho más. Puedo asegurar que aceleré los trámites por su "culpa", no quería defraudarla. Ella ha sido mi ángel protector desde que la conocí, y eso que aún no le he puesto piel... JAMÁS PODRÉ AGRADECERLE LO SUFICIENTE LO MUCHO QUE HACE POR MÍ AÚN SIN SER ELLA MISMA CONSCIENTE.

Pues hoy, al despertar, mucho antes de lo que tocaba, temblaba de nervios, literalmente. He ido superando los días de prueba (cuatro días duros, duros) gracias a mi niña. Cuando las fuerzas flaqueaban le miraba a los ojos, le abrazaba bien fuerte, y su risa me devolvía la fortaleza que parecía irse. Pero hoy los nervios ya se apoderaban de mí a última hora, de camino al hospital. Agarrada en todo momento a la mano de mi hombre, que me lo da todo y me aporta la tranquilidad necesaria, apartando fantasmas infantiles y supuestos malos resultados... Y han empezado a llover mensajes, privados y públicos, de ánimo.

Mis otros ángeles 2.0... Mi otra familia... Mi OHANA.

Ahí estaban también ellas, cómo no. Siempre están, pero cuando realmente se las necesita saltan como hienas, son como los mosqueteros, ¡todos para uno! Se unen, olvidan sus propios problemas, se vuelcan, te animan aunque ellas mismas necesiten ánimo también, te hacen reír para olvidar las lágrimas... Ahí estaban ellas, mis ángeles, con ese "todo irá bien" que me ha dado el último empujón.

La prueba ha ido perfecta, cero dolor, nada que ver con con el recuerdo tráumatico de mi infancia, y los resultados han sido fantásticos.

Así que aquí estoy, una vez pasado el efecto (fabuloso) de la sedación, dando las gracias eternas a mi vida 2.0, porque me ha hecho creer en los ángeles.

Aquí estoy, con un trauma menos y un montón de ángeles más. 

Ni que decir tiene que mi ángel número uno, el que vela por mí desde hace más de seis años, ese que me alegra la vida, el que jamás suelta mi mano, ha sido mi mayor apoyo, como siempre. Pero eso sería hablar del 1.0, y hoy se trata de agradecer a los 2.0...  

martes, 29 de octubre de 2013

¿Qué hago con los traumas?

¿Recuerdas mis rarezas? Pues también tengo traumas.

Traumas paralizantes, traumas agonizantes. Traumas que casi siempre me impiden avanzar. 

Traumas con los que siempre viví... O sobreviví...

Traumas que se esconden al ignorarlos. 

Aprendí a vivir con ellos, evitarlos y seguir. 

Pero mi niña ha venido a terminar con ellos.

Todo obstáculo en el camino de su (buen) crecimiento debe ser retirado. Es mi obligación.

Es imposible seguir rebozándome en mi charco de porquería, no si traje al mundo una vida. 

Cierto es que una infancia repleta de desastres fomenta los traumas... O los miedos, o los desequilibrios...

Pero no es menos cierto que después, cuando tu capacidad de análisis te lo permite, es TU decisión qué haces con ellos. Seguir escondiéndolos eternamente, vivir de espaldas a ellos, ignorarlos, o plantarles cara, por mucho que te arriesgues a que te saquen los colores.

Por experiencia te diré, y si estás leyendo esto puede que hasta te interese mi consejo, que tratar de vivir eternamente ignorando tus traumas es prácticamente imposible, al menos si tu intención es mantener la cordura. 

En mi caso ha sido mi hija, cuya sonrisa se encarga cada día de recordarme lo importante que es la vida y saber vivirla. 

En tu caso puede ser cualquier otra cosa. Algo o alguien que aparezca en tu vida y haga tambalear tus cimientos, te obligue a quererte y te ayude a enfrentarte a todo eso que te hace sufrir. 

Créeme, vale la pena.

Hay quien dice que soy valiente. Yo creo que, de hecho, soy muy cobarde, por permitirme vivir tantísimos años a la sombra. 

Puede que el miedo me paralice, pero al menos ya di el paso, ya avancé. 


Ahora sólo queda ir hacia adelante. 

viernes, 11 de octubre de 2013

Perdón... Y GRACIAS. Feliz cumple

Hoy es tu cumpleaños y quiero pedirte perdón.

Perdón porque te adoro, pero no estoy segura de que esa intensidad te llegue siempre.

Perdón por la falta de tiempo.

Perdón por la falta de abrazos.

Perdón por las caricias. Intensas, pero escasas.

Perdón por la falta de fuerzas para seguir tu ritmo.

Perdón por sorprenderte cada vez menos.

Perdón por amarte con locura pero demostrarlo menos de lo que mereces.

Perdón por no reír lo suficiente con los chistes de humor absurdo que a ti te provocan carcajadas.

Perdón por el cansancio, que suele inundarlo todo.

Perdón por dormirme antes de llegar a la cama.

Perdón por no saber integrarme en ese círculo del que ya venías.

Perdón por la falta de atención cuando el trabajo lo convierte todo en caos.

Perdón por todo... Y gracias.

Gracias por mirarme como me miras, por seguir acariciándome la cara, por hacerme la cena todas las noches mientras me pongo al día con mi vida 2.0.

Gracias por seguir despertando con una sonrisa, por secar mis lágrimas de estrés, por cuidar de mi (poca) familia como si fuera la tuya.

Gracias por soportar mis histerismos.

Gracias ser el mejor compañero de viaje que jamás pude siquiera soñar.

Te amo, mi vida.

¿Todavía? SIEMPRE

lunes, 7 de octubre de 2013

Yo decidí aprender

De todo se aprende.

Tú sabes perfectamente que no puedes gustar a todo el mundo. Lo sabes y lo aceptas, a boca grande, con toda seguridad.

Pero entonces llega un día en que te sientes insultada por alguien que NO TE CONOCE DE NADA.

Y tú, lejos de asumir que, simplemente, es una de esas personas a las que, de forma inevitable, no gustas, vas, y te ofendes.

Te duele. "¿Cómo va a pensar eso de mí?"

Te da rabia. "No, no puede ser. Tengo que hacerle cambiar de opinión."

¿¿¿Perdona???

¿No era "lo más normal del mundo"? ¿No lo aceptabas con TOTAL naturalidad?

Pues resulta que no. Que te duele no gustar. Que te entrenaron para recibir halagos, pero no insultos.

Me ha pasado hace poco, hace muy poco. Y cuando a punto estaba de dejarme llevar por la rabia... Yo misma me pregunté: ¿qué es lo que te ofende tanto? No puede ser la opinión de esa chica, si no la conoces de nada, si solo habéis intercambiado algunas frases, nunca superiores a 140 caracteres...

Y descubrí que, realmente, ese insulto no me dolía. Que podía vivir PERFECTAMENTE sin las opiniones de esa chica.

Lo que más me dolía era que alguien, se llamase como se llamase, pensara que soy mala persona.

Y volví a dar otra vuelta de rosca a ese pensamiento, y descubrí que el qué dirán aún importa demasiado.

Y me relajé pensando que YO no me considero mala persona, pero que los otros tienen TODO EL DERECHO DEL MUNDO a pensar que lo soy. A sentirse insultados y responder. A pensar libremente, como yo lo hago, y actuar en consecuencia.

Decidí aprender de esto también, y crecer, seguir creciendo...

Demostrarme SOLO A MÍ MISMA cuán buena o mala soy.

Que cada uno decida...

Yo decidí aprender.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Me olvidé de mí

Me pediste que me describiera. Lo hice...

Y me olvidé de mí.

Te conté anécdotas, te mostré a mi familia. Mis sobrinas, mi abuelita, mi marido, mi niña...

Pero me olvidé de mí.

Terminé el relato, hasta te lo envié. Y, al releerlo, vi que yo no aparecía por ningún sitio.

Te enseñé mi mejor versión...

Pero me olvidé de mí.

He pensado mucho en el porqué. Y resulta que lo habitual desde que me convertí en madre es olvidarme de mí.

Compro la mejor fruta, cocino los mejores platos para mi pequeña...

Y me olvido de comer yo.

Le busco las mejores ropas, los mejores complementos...

Y me olvido de ponerme guapa.

Que mi hombre esté cómodo, que mi abuelita pase sus últimos días lo mejor posible, que a mis sobrinas no les falte un beso...

Y me olvido de mí.

En el trabajo, que todos sean felices, que se sientan valorados, que se formen, que crezcan, que vuelen...

Y me olvido de mí.

Que mis amigas se sientan escuchadas, comprendidas, queridas...

Y me olvido de mí.

Puede que vaya siendo hora de recordarme.

De ponerme guapa, de mirarme, de sentirme, de escucharme y comprenderme.

Puede que sea hora de valorarme, de vivirme.

Hora de dejar de olvidarme de mí...

Gracias, querida Tri. Por recordarme que también estoy.

jueves, 26 de septiembre de 2013

¿Conciliamos?

Llevamos unos días que casi no te veo.

Cuando despiertas, yo ya me he ido. Fíjate que ni me acuerdo de prepararte baberos para la guarde...

¡Ojo! Que mami escogió reducción de jornada...

¡Reducción! JA JA JA

No puedo decir que ocurra siempre, porque si así fuera, mami ya habría puesto solución. Es solo a veces. Momentos puntuales de máximas exigencias... Pero lo suficiente para perderme muchos de tus momentos.

Y, en estas situaciones, pienso que así deben sentirse las mamis y papis que no tienen reducción.

No he podido recogerte en la guarde ningún día. No hablamos de llevarte, eso ya lo hace papi siempre... Digo recogerte. Digo ver tu carita de alegría al verme. Sentir tu abrazo de seguridad "ya estoy en casa, por fin". Pues no, no he podido ser yo estos días. Ni siquiera papi.

Puede que algunos lo entiendan. Pero la mayoría, no. Dicen que lo entienden, pero no. A no ser que también sea mamá o papá y sienta en su piel qué es perderse esa carita...

Yo misma, antes de aparecer tú, creía que comprendía, pero no tenía ni idea.

No se trata de trabajar una o dos horas de más, eso ya hace tiempo que dejó de importarme. Es que esas horas de más suponen, aparte de perderme ese momento, tener que MOVILIZAR todo nuestro alrededor, romper los planes de alguien, avisar a la guarde, pedir favores...

¿Consecuencia? Mami siente dolor en el pecho, el estrés se apodera de ella, le cuesta hasta reír... Y así, ¿quién juega con tranquilidad esa hora que, con suerte, nos queda libre?

Acabo el día nerviosa, deseando incluso que te duermas prontito, algo que estado normal me parecería una aberración, porque el cansancio se apodera de mi cuerpo y la rabia de mi mente...

¿Y si esto fuera así día tras día? ¿Siempre queriendo más, siempre sintiendo el vacío? ¿Qué tipo de infancia estaría ofreciéndote?

Creo que los papis y mamis que no hacen reducción (por el motivo que sea), acaban aceptando la situación. Sé que inventarán mil maneras de aprovechar el poco tiempo que pasan con sus hijos para que sea el mejor del día. Sé que aprenderán a que no duela, o al menos a minimizar ese dolor.

Pero hasta eso me parece injusto... ¿es tan difícil poner las cosas un poquito más fáciles a los padres? ¿Que no tengamos que inventar filigranas para que no duela?

Solo pedimos estar en los momentos fundamentales de la infancia de nuestros hijos.

Acompañarles, sonreír a su lado.

No relegar su educación a familiares o canguros.

No perdernos esas caritas de felicidad cada vez que alcanzan un logro.

Podría seguir eternamente...

Suerte que nos hemos unido, papis y mamis, y podemos hablar de ello, compartir experiencias, repartir desahogos... Y hasta solicitar esos cambios tan necesarios.

Algún día, pequeña, te explicaré cuánto bien nos ha hecho Mamá También Sabe, Conciliación Real Ya y su filosofía de cambio. Su entereza, su fuerza, sus ganas de ayudar.

Ojalá, incluso, pueda explicarte todos sus logros.

 Yo, aún, tengo fe en que seremos escuchados.

viernes, 20 de septiembre de 2013

No finjas

Estoy cansada de verte fingir.

Siempre finges. Siempre fingimos.

Finges que lees más libros de los que lees.

Finges que no ves telebasura.

Que te preocupa el medio ambiente, que reciclas.

Finges que te llevas bien con esa compañera a la que detestas. Que no envidias su manicura.

Finges que entiendes de política, que sabes de qué hablas.

Finges que no sabes que te equivocas.

Finges que eres más guapa de lo que eres escondiéndote en esa capa de maquillaje.

Finges que eres perfecta.
Perfecta mujer, perfecta trabajadora, perfecta madre, perfecta conductora, perfecta peatón, perfecta amante, perfecta amiga, perfecta...

Finges que estás bien cuando no lo estás. Sé que sabes que sé que no lo estás. Y, aún así, sigues fingiendo.

Me gustaría que pensaras... ¿para qué?

¿De qué sirve que todos pensemos que estás bien cuando no lo estás? ¿Te ayuda eso a recuperarte? ¿Qué hay de positivo en no ser jamás TÚ?

Míralo desde fuera. Igual así ves mejor la incongruencia.

Te pregunto cómo estás y dices "bien", con la boca chiquitita y esa cara de "fatal". ¿Qué se supone que debo hacer? ¿Indagar, seguir preguntándote, interrogarte hasta que digas la verdad?

¿No sería más fácil ser real, decir en voz alta "fatal", y dejarte ayudar? Me conformaría con un "mal, estoy mal, pero prefiero no hablar de eso ahora". Eso no es fingir. Es aplazar, de acuerdo, pero no es fingir.

Si te digo que yo nunca finjo, estaría fingiendo.

A veces finjo ser mejor de lo que soy. Pero, cuando soy consciente de ello, doy marcha atrás.

Porque aprendí que para avanzar primero hay que aceptarse. Acéptate y podrás dejar de fingir. Al menos, lo reducirás.

Puede que finjas ante ti misma más que ante nadie más... Todo el día con esa sonrisa impuesta, todo el día con esa saber ser. Toda la noche sin un reproche, sin una pesadilla.

Te diré algo. En ese caso, es aún más peligroso. Porque peta. Algún día, la realidad peta. Y cuanto más escondida haya estado... más lejos llegará el estallido.

Yo he decidido no fingir. Yo soy yo.

A veces sonrío y a veces lloro.

A veces sumo y a veces resto.

A veces, incluso, soy detestable. Pero otras veces, adorable.

Me agobio, me estreso, si tengo que andar SIEMPRE adivinando si eres tú o estás fingiendo. Necesito saber que tú eres tú, más allá de caretas fingidas y sonrisas ensayadas.

Necesito rodearme de un mundo de verdad.

No me importa que me llames utópica, pero dímelo la próxima vez que lo pienses. No finjas que me entiendes.

Porque no hace falta.

Y lo que es peor, no sirve de nada.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Quiero no echarte de menos

Quiero detener el tiempo en tu abrazo, impregnarme de tu olor, que esto no termine nunca...

Que no nos arrebaten los momentos, que no nos obliguen a estar lejos.

Quiero que tu sonrisa me ilumine el día, que tu mirada me acompañe hasta dormir.

Que me despierte tu voz, que nos miremos a los ojos, pura luz.

Quiero no echarte de menos, quiero estar siempre que lo necesites.

Quiero dejar de sentirme obligada a vivir una vida que no es mía, quiero dejar de fingir sonrisas entre lágrimas.

Solo quiero estar contigo, respirar contigo, soñar contigo...

Quiero gritar que tú y yo somos una, que jamás nada valdrá más la pena que tu esencia.

Quiero mandar bien lejos todo este carnaval... Y salir corriendo a abrazarte.

Te quiero. Te necesito. Te siento...

lunes, 26 de agosto de 2013

Nunca llueve eternamente... Y ya van 6 años

Yo no sé si se puede estar más enamorada, solo sé que a mí el amor ya se me sale de la piel.

Pasa el tiempo y esta, nuestra canción, la que abre el baile imaginario de nuestra gran boda, cobra más sentido que nunca.

No sé si es a Dios a quien le pido, pero suplico que "me alcance la vida y me dé tiempo para regresar aunque sea tan solo un poco de lo mucho que me das".

Hoy hace 6 años que empezó este sueño, que llenaste mi vida de luces, que me acariciaste la cara, que me secaste las lágrimas, que me besaste con dulzura.

Sé que alguna vez te soñé, y hasta eso superaste.

No voy a hablar ahora de lo mucho que me has sorprendido en tu faceta de padre, pues ya lo hice aquí.

Hoy quiero agradecerte como hombre, como persona, las maravillas que haces por mí. Lo inmensamente feliz que me haces cada uno de mis días (incluso los que parece imposible sacarme una sonrisa).

Agradecerte, una vez más, que te cruzaras en mi vida aquel 26 de agosto, y decidieras, ese mismo día, que mi camino sería también el tuyo.

TE AMO CON LOCURA


domingo, 25 de agosto de 2013

Que no inventen

Creo que hoy si no escribo, reviento.

No puedo soportar el dolor de no verte durante horas. Sé que pocos lo entienden, y por eso es muy probable que este escrito no vea la luz.

No tengo ganas de justificarme una y otra vez. No me apetece ese constante "va, no exageres, si solo  son unas horas" o ese "ya verás, en el fondo te irá genial, así la coges con más ganas".

Siempre igual, siempre incomprendida ¿Que tengo que trabajar? Sí, por supuesto, hoy en día no me queda más opción.

Pero que no me digan que me irá bien estar sin ti.

Que no intenten convencerme de que es lo mejor para las dos.

Que no inventen que lo necesito  para sentirme realizada.

Yo me siento realizada con tu despertar de caricias, con tu desayuno de canciones, con nuestros paseos de descubrimientos, con estos pequeños momentos en que duermes y puedo escribir lo que siento.

No es cuestión de "qué bien se está de vacaciones".

Es cuestión de no perderme un segundo de tu vida.

Es cuestión de no estar todo el día tan cansada que me cuesta hasta jugar.

Es cuestión de detenerme en tus progresos, de pararme a ayudarte en los errores.

De darme cuenta.

No quiero echarte de menos por culpa del maldito dinero.

Ni un solo segundo.

martes, 20 de agosto de 2013

Mis rarezas y yo

Hoy te explicaré cómo soy. Si estás leyendo esto y no te pica la curiosidad de saber un poco más de mí... te recomiendo que dejes de leer y pases a otra cosa, porque este es un post narcisista, como dirían mis queridas y admiradas  Morada y Trimadre

Inspirado totalmente en esta recomendación de Nieves, y con el ánimo de dar respuesta a todos esos Premios (gracias, mil gracias) que me habéis otorgado y se han ido quedando vacíos en el camino.




Collage tras una sesión de autofotos (al menos, divertida)



Empezaré por contarte que estoy cargada de miedos, aversiones y FOBIAS.

Algunos muy chorras, como mi aversión al número 4. No me preguntes por qué, pero lo evito siempre. Si tengo que comer croquetas, comeré 3 o 5, pero nunca 4.

Si he de levantarme del sofá, miro el reloj y son, por ejemplo, las 16.44h... esperaré un minuto antes de hacerlo.

Pero también tengo otras fobias más o menos graves, que sí afectan a mi día a día.

Como la claustrofobia. No subo a un ascensor por muy cansada que esté o muy arriba deba subir.

Y no solo eso, antes de entrar en el baño de cualquier lugar público, sean bares o cines, mi hombre inspecciona el lugar , me informa sobre el tipo de cerrojo y, a partir de ahí, decido si seguir haciéndome pis durante toda la sesión o descargar en su lugar, evidentemente, SIN cerrar jamás la puerta. Sí, algún "susto" he tenido, sí...

También tengo fobia a conducir (amaxofobia se llama, por si piensas que soy la única...). En abril de 2014 toca renovar el carné. JAMÁS he conducido un coche desde que aprobé el examen, un 14 de abril de 2004 (sí, 14/04/04, y aprobé, lo que debería haber terminado con mi fobia al 4...).

                  Estudié psicología porque necesitaba "comprender" la mente humana. Me licencié sin haberla entendido, pero por el camino aprendí que la vida puede ser entendida da tan diferentes maneras, que solo el egoísmo humano es tan vanidoso como para hacernos creer que la nuestra es la única correcta.

No he ejercido nunca "oficialmente", pero disfruto como loca cuando mis amigos vienen a mí en busca de consejo "experto". No sé si lo obtienen, pero siempre trato de escuchar sin juzgar, y solo aconsejo cuando me lo piden.

                  Nunca he tenido nada parecido a un sueño, meta o ambición. Hasta que nació mi niña. Ese día todo cobró el sentido que le faltaba. Mi vida no fue vida hasta que ella apareció.

                  He cumplido ya los 34 años, aunque en mi tarta hace cuatro que solo pone un interrogante. Empiezo a tener arrugas de verdad, nada de líneas de expresión, y el tinte que hace un tiempo me ponía por gusto es ahora una necesidad inevitable.

                  Cuanto mayor me hago, más me molestan las aglomeraciones. Disfruto cada vez más del silencio y el minimalismo.

                  Nunca voy maquillada. Nunca, ni siquiera cuando debería. Quien me quiere mucho dice que no lo necesito, pero yo sé que sí, y cuanto más tiempo pasa, más, pero reconozco que me puede la pereza.

                  Soy incapaz de dormir si no tengo parte de mi cuerpo tapada, aunque sea con una sábana finita. Esté donde esté y haga la temperatura que haga.

                  Me horroriza hablar por teléfono. Sí, Whatsapp me ha salvado la vida. Si algún día ves una llamada mía... Corre a devolverla, porque fijo que es de máxima urgencia y/o gravedad.

                  Cuento a mis amigos con los dedos de una mano. Hace mucho que descubrí que eso que llamamos a boca llena "verdadera amistad" está terriblemente sobrevalorado.

Hay amigos muy buenos, de esos que nos acompañan en el viaje, al lado nuestro, ni delante ni detrás, durante el tiempo que ambos decidimos. Cuando marchan, sea la razón que sea la de esa marcha, hay que saber decir adiós para siempre, y mantener lejos el rencor, la nostalgia o la rabia. Se cruzaron en nuestro camino un día, cumplieron su objetivo y se fueron, o nos fuimos nosotros, eso no importa demasiado. La vida es eso: un ir y venir de almas.

                   La paciencia no es uno de mis fuertes, aunque a veces quien me conoce dice lo contrario.

                   Soy catalana porque el día que me dio por nacer, mi madre estaba aquí. Sí, ella también nación en Catalunya, vivió y murió aquí. Pero para mí eso son casualidades. No soporto las banderas, las fronteras ni los patriotismos. Ojalá todos fuéramos conscientes de que habitamos un solo mundo, precioso, enorme y generoso. Un mundo que nos estamos cargando a base de obsesiones por partirlo.

Desde que decidimos mirar por encima del hombro al vecino, empezamos a destrozar nuestro futuro.

                 Única y exclusivamente escucho música en español. Me importa más bien poco que por ello me tachen de inculta musical o lindeces similares. Fan acérrima de Alejandro Sanz, oyente fiel de Malú, Diego Martín, Antonio Orozco, David de María, Dani Martín y hasta Conchita.

                 Me gustan MUCHO los reality. No me pierdo ni una edición de Gran Hermano, y entre edición y edición, me trago cualquier otro reality que emitan para rellenar. Sé que hay muchísima gente que no entiende este punto. Que cree que ver esos programas está reñido con la inteligencia. No me considero tonta, la verdad. Me gusta ver la tele para ENTRETENERME, y soy voyeur por naturaleza. Lo mejor de GH es, sin duda, la tertulia que favorece el programa, los momentos de risas, la distancia de la cruda realidad.

                 Vivo enamorada hasta las trancas de un hombre que apareció en mi vida de sombras para llenarla de luz deslumbrante, hace ya seis hermosos años.

Él es mi hombre perfecto, (como diría Nieves aquí), mi compañero, mi mejor amigo y mi buen amante.

                 Resulta demasiado obvio terminar diciendo que mi vida y mi yo verdadero giran en torno a una pequeña de ojos grandes, melena rizada y sonrisa de ensueño. Pero no por obvio es eludible.


Todo eso que os he contado que soy lo soy por y gracias a ella.

jueves, 8 de agosto de 2013

Ohana significa familia

Ohana es sentimiento.

Ohana es magia.

Ohana es delirio trasnochador.

Ohana es un "vamos a transformar las sombras en luces".

Un "vamos a convertir las lágrimas en risas".

Un "no pienso permitir que caigas".

Ohana es "desaparece si lo necesitas, estaremos aquí, en el mismo sitio, con la misma sonrisa, cuando decidas volver".

Ohana es encontrarse en las diferencias.

Ohana es apoyo y respeto.

Ohana es aprendizaje mutuo.

Ohana es mucho más que un grupo de madres que se encontraron por casualidad. Entre otras cosas, porque yo no creo en las casualidades. Todo pasa por algo... y yo caí en Ohana cuando las sombras de la maternidad acechaban, amenazando con oscurecer lo más bello. "Caí" en este grupo cuando a punto estaba de caer en el sentido más literal.

Y gracias a mis chicas Ohana, sé que no estoy ni tan loca ni tan sola como creía.

Gracias a ellas sé que debo quererme un poco más, que no soy tan horrible como el espejo me hace ver (¿verdad, Bego?).

Ohana es mucho más que este puñado de palabras.

Ohana traspasa fronteras y franjas horarias.

Ohana es inmenso.

Y estoy muy orgullosa de formar parte de ello.
(Aunque mi autoflagelador se empeñe a veces en insinuarme que no soy digna, y que no está bien creerse grande).

¿Qué es Ohana? ¿Y tú me lo preguntas? Ohana eres tú (Ohana también es humor, que quede claro).

viernes, 2 de agosto de 2013

Se acabó... Por tres semanas

Se acabó el bolso gigante, es hora de riñonera hippie.

Se acabaron los trajes, es hora de bombachos.

Se acabó la base de maquillaje, es hora de cara lavada.

Diría que se acabó la esclavitud del reloj, pero eso no es posible desde que soy madre.

Se acabó el despertador "digital". Durante tres semanas, mi único despertador será mi niña.

Se acabó el fingir sonrisas, éstas saldrán solas, de forma natural, entre arena, olas, sal y juegos.

Se acabó el convencionalismo, las normas estrictas, el echarme de menos.

Solo son tres semanas... pero 21 días seguidos siendo yo, mi yo de verdad, es más de lo que ahora mismo puedo desear...

miércoles, 31 de julio de 2013

Hasta que la cordura se imponga

Te preguntarás por qué tengo tantas ganas de vacaciones...

Es verdad, mi trabajo no es excesivamente duro, estoy en una posición casi privilegiada, me han concedido la tan ansiada reducción de jornada...

Casi nadie lo entiende, desde el prisma de esta España de crisis y desempleo. Mi prisma, sin embargo, es algo distinto. Sé que, por decencia, no debería quejarme. Pero mi yo más profundo maldice día sí día también este trabajo que se enfrenta, cada vez más, a mis principios. Puede que la solución sea no tener principios, ética ni escrúpulos... Pero no me sale.

Vivo en un constante estado de disociación de personalidad. Ahora soy Carol, ahora la jefa, ahora otra vez Carol... y de nuevo la jefa. Una auténtica locura. A veces se me cruzan, hasta el punto de no saber a ciencia cierta quién soy en realidad.

Hay momentos, por supuesto, que parece que todo tiene sentido. Las chicas aprenden, empiezan a volar solas, me agradecen con sonrisas sinceras el esfuerzo y el tiempo dedicado. Valoran que les acompañe en sus errores, aunque no siempre lo expresen con palabras, y que les guíe con el cariño con el que a mí me gusta ser guiada.

Eso es lo que me recuerda por qué acepté estar aquí.

Y después vienen ellos, los que mandan (¿recuerdas? Queridos jefes). Y toman decisiones sin tener en cuenta los sentimientos.

Decisiones que sí, muy probablemente sean necesarias para la supervivencia del negocio, en el más frío sentido de la palabra.

Decisiones que puede que consigan mantenernos en esta España descolorida y afectada, pero que, sinceramente, dudo sean compatibles con el espíritu de unión y hermandad que siempre nos caracterizó.

Cuando "debes" aceptar esas decisiones, hacer que parezca que son tuyas también, cuando no puedes desmarcarte y decir abiertamente "yo jamás lo habría hecho, yo creo en las personas, no en las cifras"... es difícil mirar a la cara a esas chicas, la sonrisa cuesta cada vez un poco más, el puesto pesa también más...

Y los principios... ellos quieren irse, están a puntito de rendirse.

Pero no pienso permitírselo, por muy agotados que estén. Algún día serán ellos, los valores y principios, quienes abran los ojos de esos jefes fríos y sin escrúpulos. Solo ellos.

Mientras tanto, a mí solo me queda ser yo durante estas (cortas) vacaciones, ser yo de verdad y coger fuerzas para aceptar y seguir fingiendo a la vuelta.

Al menos, hasta que la cordura se imponga.

miércoles, 24 de julio de 2013

Querida abuelita (Maldito Alzheimer)

No entiendo por qué la vida se empeña en retenerte en este mundo.

Has sufrido lo indecible, has perdido a dos hijos por el camino, a tu compañero de viaje nada más empezarlo.

Has pasado hambre, frío y soledad.

Te quedaste sola, en el más literal sentido, con cuatro hijos que criar, la más pequeña con tan solo un añito.

Los sacaste adelante, dejando tu salud por el camino, que no tu fuerza. Y justo cuando parecía que eran dueños de sus vidas, vino el jodido cáncer y te arrebató a dos de ellos. Primero uno, rápido, fulminante, justo ese hijo que seguía en casa contigo, que no había conseguido forjar su propia familia. Ese que aún se empapaba de ti, ese hijo que hacía los días menos pesados y las noches más llevaderas.

Se fue rápido, casi sin darte cuenta, dejando ese vacío en casa imposible de llenar. Esa habitación intacta, con sus libros, su olor y sus sábanas.

Tu vida se tiñó entonces de negro, y tus ropas también, que en esa época nadie habría entendido lo contrario. Y poco tiempo después, sin ánimo aún para recuperarte, cayó enferma tu hija mayor. La que tiraba del carro, la más inteligente, la que parecía más fuerte. Años de desesperación, enfermedad, dolor e impotencia. Las pocas fuerzas que te quedaban se las dedicabas a sus tres hijos, tus nietos, que no entendían, ni estaban dispuestos a entender, el por qué de una madre enferma.

Se fue también esa hija. Te juro que no imagino dolor más grande. Te costó volver a sonreír, pero lo hiciste por nosotros.

Nunca fue una sonrisa plena, pero ese amago de felicidad nos hacía creer que podíamos con todo.

Fuimos creciendo, y nos alejamos. Es ley de vida, tu yo racional lo entendería, pero tu corazón dijo basta. Tu mente se alejó también, estoy convencida de que no pudo más. Toda una vida de dolor y sacrificio, y ahora esa terrible soledad... Decidió por ti y se fue. Prefirió dejar de recordar. Poco a poco olvidó nombres, lugares y hasta caras. Seguimos ahí, de vez en cuando, pero ya tu mirada nos traspasa. Tu mente se ha rendido. Casi 87 años son suficientes. Ya viviste demasiado, ya lloraste lo llorable.

Te acaricio las manos arrugadas, para que tu cuerpo no olvide. Pero sé que ya no estás. Y, en el fondo de mi egoísmo más devastador, pienso que es mejor así. Que no recuerdes, que no pienses demasiado, que no sientas todo esto que sucede a tu alrededor.

Me duele horrores verte así, con esa mirada perdida, con esa falta de razón. Creo que ya no esperas nada más que ese final que vaticinas cercano. Ese alivio al fin. Ese acabar con este paso del tiempo, que no hace más que deteriorarte.

Los que te queremos te hemos vivido a tope, incluso con tus momentos de mal genio y tus actos egoístas fruto de una educación moralista y desafortunada.

Te hemos vivido y nos has vivido, abuelita linda. Sigo sin entender por qué esta vida se empeña en alargar tu agonía.
Que conste que quiero que mi abuelita dure siemmmmmpre. Aunque solo sea para poder acariciarle esas manos suaves y arrugadas, para repetirle una y mil veces los te quiero que se quedaron en el tintero. Pero siento que ella es la que no puede más. Dejarla ir es un acto a simple vista egoísta, pero en el fondo, extremadamente generoso...

jueves, 27 de junio de 2013

Hoy, más que nunca, quiero vivirte

Quiero dejar de darle importancia a esas cosas que no la tienen.
Quiero reír a carcajadas por el mero hecho de reír. Llorar si hace falta, pero con ganas.
Quiero cerrar los ojos cada noche, satisfecha por no haber desperdiciado ni un suspiro. Dormir con la tranquilidad que da las cosas bien hechas.
Abrazarte y fundirme en ti, porque no hay mejor refugio. Respirarte, mecerte, soñarte.
Quiero disfrutar esta vida que a menudo se me antoja demasiado puta.
Quiero darle la espalda a quienes se empeñan en ponerme zancadillas.
Quiero avanzar al paso cortito de mi niña, observar los peldaños del camino, admirar las flores y descubrir su olor.
Quiero obviar a quien disfruta haciendo daño. Mi indiferencia será su tumba.
Quiero saborear cada segundo porque dura muy poquito, porque cada uno es irrepetible... Y porque nunca sabremos si es el último.

Quiero vivir.

Mejor aún, QUIERO VIVIRTE

viernes, 21 de junio de 2013

La peque se independiza

Ay, peque, te haces mayor...

Hoy, a tus 19 meses y medio, has dormido solita en tu cama.

Ayer papi desmontó tu cuna. Ya sé, tú ni recuerdas qué es eso. La usaste apenas unos días, cuando te metí siguiendo los "consejos" de quienes me decían que necesitabas "tu espacio".

Pues no. Lo que tú necesitabas era mi abrazo en medio de la noche cuando los dientes luchaban por salir. Lo que necesitabas era escuchar a modo de susurro inmediato ese "schhhh... tranquila, cariño, mami está aquí." Lo que necesitabas era que te pusiera el chupete al segundo de haberse caído.

Necesitabas nuestro contacto inmediato, no gritar desde la jaula de barrotes situada a una habitación de distancia.

Y yo necesitaba sentir tu respiración muy, muy cerquita. Necesitaba también tu abrazo.

Hoy, 19 meses después, papi y yo hemos decidido pasarte a tu cuarto. Te juro que ha sido por tu comodidad, y la nuestra, evidentemente.

Últimamente, no había sitio para los tres en esta cama de dos metros. Algún día, dentro de unos años, reiremos al recordar cómo papi se marchaba al sofá para que nosotras pudiéramos dormir más cómodas. Para darte espacio, porque sí, dos metros se te quedaban pequeños ya, ¡la de vueltas, movimientos y patadas que has dado!

Pero ahora, papi no puede dormir siempre en el sofá. Y tú mereces tener todo un espacio para ti solita en el que dar vueltas y vueltas.

Para mí no está siendo nada fácil. "Es difícil dejarles crecer", ha dicho una voz amiga. Y no puedo más que darle toda la razón. Das un paso más, te haces mayor y te alejas del bebé... pero lo haces a una velocidad mucho más rápida de lo que soy capaz de asimilar.

Aún así, con este nudo en la garganta, estoy feliz por ver cómo vas creciendo hermosa, cómo llenas cualquier espacio en el que entras, cómo tu sonrisa es capaz de cambiar el mundo.

Gracias una vez más, mi niña, por enseñarme tanto...

*** Si te apetece saber por qué colecho ...

miércoles, 12 de junio de 2013

¿Se puede aprender algo de un evento al que no has acudido?

Yo, sí. He aprendido algunas cosas del 8J.

Lo más importante es que por fin he dado un sentido más concreto a esa frase tan mía de "no soy bloguera". He tenido la sensación de presenciar (desde la distancia) un encuentro profesional. Y ahí está el quid de la cuestión: mi "blog" no es, y lejos está de pretender serlo, un blog profesional. Siempre me gustó escribir, un sueño frustrado es el de publicar un libro, y el blog es lo más cerca que voy a estar de cumplir ese sueño.

Por eso no soy bloguera, no soy profesional.

He visto, sin ir, gente tan preparada, gente tan efectiva, gente tan grande, que he vuelto a sentirme pequeñita. Como cuando eres preadolescente y tienes la osadía de "ir con los mayores". Estás, sí, pero tu mente no hace más que decirte... "¿tú quién te has creído que eres? ¿qué haces aquí, con ellos? ¿acaso sientes que te pareces lo más mínimo a esa gente?".

¡Ojo! Que alguien puede pensar que me estoy quejando de las grandes... ¡Jamás!

Hay grandes muy grandes a las que adoro (léase mamá también sabe, La Morada de Nieves, mis2monstruitos), grandes a las que admiro exageradamente (laorquideadichosa o sermadreunaaventura), y grandes que ni siquiera sé si son calificadas como grandes, pero para mí son imprescindibles, que tampoco fueron al evento. Sois tantas que no voy a nombraros, tendréis que perdonarme, no quiero correr el riesgo de olvidarme alguna. Sé que sabéis quiénes sois...

Siempre he sido de círculos reducidos, odio las aglomeraciones, por eso me conformo, y no tengo intención de ampliar demasiado, con mi círculo de mamis tuiteras (y algún papi imprescindible también).

He aprendido del 8J que para nada hubiera disfrutado el evento, pero que me muero de envidia por los achuchones perdidos, que quisiera poner cara, voz y "piel" (como dice mi querida Cata) a toda esa gente con quien comparto tanto desespero, tanta queja, tanta lágrima... y tanta risa, tanto tanto amor...

Todo lo demás me queda grande. Seguiré viéndolo "desde la barrera".

jueves, 23 de mayo de 2013

¿Alzamos la voz?

A través del sufrimiento de una preciosa mamá tuitera  estoy volviendo a vivir estos días mi calvario de hace poco más de un año (¿Conciliación? )

Separararte de tu bebé cuando aún te necesita tanto, cuando tú le necesitas tanto y tan cerquita es, sin rodeos, antinatural. Mucho más cuando te ves obligada a dejarlo en manos de desconocidos.

Recuerdo cómo algo se rompía en mí cada día, cuando la dejaba y me marchaba a "cumplir mis obligaciones". Recuerdo el vacío, la impotencia, el sinsentido.
Únele el sentirte incomprendida, y tienes un cóctel explosivo. O problemas con tu jefe, que se resiste a tu reducción/derecho...

Dolor, mucho dolor. En mi caso hubo hasta rabia contra un sistema deshumanizado que obliga a esa barbarie. Y contra todo el que calla... ¿acaso no todas sentimos lo mismo? ¿por qué aceptamos sin más?

Puede que el miedo tenga mucho que ver. Nos han metido tanto en el cerebro eso de "no te quejes, da gracias que tienes trabajo"... Que tragamos, no sea que pasemos al bando de los que no tienen "tanta suerte".

Aunque también tengo otra teoría. Puede que nos pase como cuando sufrimos una negligencia médica. Solo queremos salir de ese hospital, olvidar, "ya pasó". "Denuncia", nos dicen. Pero decimos que no, que ya tenemos suficientes problemas, que preferimos "pasar página".

Y, así, nadie se entera.

Y, así, el negligente vuelve a hacer daño con absoluta impunidad.

Y, así, nuestros seres queridos sufrirán las mismas negligencias, nada cambia.

Alcemos la voz. No desistas. No se lo permitamos más, no "abandonemos" a las futuras generaciones ante las manos "negligentes" de un sistema que ya no funciona.

No te pido que te manifiestes en la puerta del Congreso, eso lo dejo a tu total elección. Pero alcemos la voz. Solo eso. Gritemos que es injusto, que merecemos un cambio.

Simplemente, no aceptemos sin más.

Sin ánimo de parecer populista, creo que nuestros hijos merecen que al menos lo intentemos.

** Por si no lo conoces, existe Conciliación Real Ya , un grupo de valientes que lucha por que las cosas cambien en materia de conciliación. Un grupo más que necesario para ayudarnos a alzar la voz...

**Querida Leti, gracias por inspirarme, aunque desde el dolor más profundo. Sé cómo te sientes y te repito que aquí estoy, por si me necesitas. También sé que nada consuela, pero compartir el dolor hace que se diluya un poquito...

miércoles, 22 de mayo de 2013

Llámame sectaria

Llámame sectaria. Talibana. Fundamentalista. Podría decirte que no me importa, pero no es del todo cierto. Me hiere.

Es bien cierto también que los grandes cambios en la humanidad han venido acompañados de críticas, persecuciones, insultos, palizas y hasta hogueras. Así que, mirando el lado positivo, tú y tu séquito (seguro que esta palabra sí te encanta) me estáis dando alas. EL CAMBIO SE ACERCA.
¿A dónde va ese cambio? A una vida con amor, a un futuro sano psicológicamente hablando, a unos hijos que hablen con orgullo de sus padres, no con rencor.

Si los nombres que les han puesto a los conceptos no te gustan, no los uses, es fácil, muy fácil. O mira hacia otro lado, hay cosas hermosas que seguro no te hacen enfadar tanto.

Aún me dan vueltas en la cabeza algunas de tus barbaridades. Y eso que yo estoy segura de lo que hago. Imagina el daño que puedes causar con tus palabras a mujeres, madres primerizas, perdidas. No sé si podrás imaginarlo, porque eso supone EMPATÍA, e intuyo que esa es otra de las palabras que te ofenden.

Podría decirte que, para mí, dejar llorar a un bebé hasta la extenuación es una especie de maltrato. Y entonces creerías que te estoy faltando el respeto.

Se cometen atrocidades en nombre de una disciplina que, sinceramente, a nosotros, a toda una generación, tampoco nos ha ido tan bien, a juzgar por el número de veces que vamos a psicólogo, psiquiatra, coach, llámalo como quieras (se te da mejor que a mí).

Entiendo que os dé miedo esta forma "diferente" de crianza, porque todo lo nuevo asusta, porque nadar contracorriente siempre fue visto de locos. ¡Mira! También puedes llamarme loca.
Pero no vas a hacerme cambiar de opinión. Tus palabras me hacen daño, pero también me dan alas. El cambio es más necesario que nunca. No voy a dejar de fomentar el respeto, la empatía y la solidaridad. Solo así la generación de mi hija vivirá en armonía, aunque la llamen "hippie" o sectaria.
Quiero criarla en la tolerancia, para que jamás salgan de su boca palabras como las que tú has escupido. Intuyo algo de rencor o frustración... pero no seré yo quien te juzgue.


*Aviso: Esta entrada va dedicada a la autora de un post ofensivo que no voy a nombrar, evidentemente, pues no quisiera hacerle más publicidad de la que ya ha conseguido. Su objetivo se ha cumplido.
Pido perdón a quien no entienda... Sé que os creará curiosidad. Seguro que si indagáis sabréis de quién hablo. Para mí, no merece más que estas palabras que, como siempre, son mi desahogo necesario.
No es bueno acumular enfado, podría convertirse en ira...

martes, 14 de mayo de 2013

Cansada de estar cansada

Estoy cansada de sentirme culpable por prácticamente todo.

Cansada de sentirme juzgada cuando con total seguridad el resto del mundo tiene cosas mucho más interesantes que hacer que juzgarme.

Cansada de tener que justificarme en cada decisión, aunque esa decisión afecte de forma exclusiva a mí y mi familia.

Cansada de formar parte de un capitalismo del que reniego y participo a partes (casi) iguales.

Cansada de no ser yo. Porque sí, señores, yo solo soy yo cuando mi niña está cerca. Esa otra Carol que se disfraza con americana, que acude a reuniones y da palmaditas cuando toca, esa no soy yo. Y lo más importante es que tampoco quiero serlo. No me gusta serlo, no me siento yo.

Cansada de intentar que me creas. A ver cómo te lo explico. No trabajo para sentirme realizada. Respeto que para ti el trabajo sea fuente de realización, pero para mí no lo es. Yo me siento realizada cuando mi pequeña se ríe a carcajadas. Cuando aprende una palabra nueva porque ha decidido repetir las mías. Cuando se atreve a dar un paso más porque se siente segura de mi mano.
Podría seguir eternamente... Pero sé que aún no entenderías.

Yo trabajo SOLO porque necesito dinero para ver crecer a mi hija de forma saludable. Por ningún otro motivo. Sí, sé que me llamas retrógrada por ello, machista y alguna barbaridad más. No me lo considero, pero no soy responsable de lo que tú digas, mucho menos de lo que pienses.

Si es que en realidad estoy cansadísima de estar cansada... De obligarme a dar explicaciones cuando nadie más que mi conciencia las pide.

Ojalá pudiera quedarme en casa con mi niña, verla crecer, disfrutar cada segundo como estoy disfrutando ahora mismo, en mis días de vacaciones (que más sirven para ver cuantísimo me pierdo en el día a día). Y que me dijeras que estoy loca, que ya me arrepentiré, que todos necesitamos "coger aire"...
Incluso aunque tuvieras razón... Me encantaría poder dártela. Somos humanos, nos equivocamos, aprendemos, rectificamos. Pero hoy por hoy, solo quiero sentirme realizada. Ya te he dicho qué es para mí sentirme realizada.

viernes, 10 de mayo de 2013

Próxima parada

Hay momentos en la vida en los que tienes que parar, coger aire para poder avanzar a la vuelta...

Pues ahí estoy. Algo apática y susceptible, eso es cierto. Alguien me ha dicho hoy que estoy "un poco pesimista", y creo que tiene toda la razón.

Es algo natural, todos necesitamos momentos así para evolucionar... Pero no me gusta. Por eso quiero cambiar el punto de vista, quiero dejar de desconfiar y quiero sonreír más.

Esto de Twitter ha tenido algo que ver... Pero creo que la única culpable soy yo. Veo palabras malintencionadas donde probablemente otros ven humor, noto desconfianzas que tal vez no me pertenezcan... Por eso he pensado hoy alejarme un poquito. Solo un poco, para verlo desde otra perspectiva.Volver a sentirme bien con cada comentario y dejar de sentirme obligada a todo. Obligada por mí, ¿eh? Soy consciente de que nadie me pide nada, pero yo misma quiero leer todos los post, comentarlos, participar en carnavales, premios y sorteos... Y es del todo imposible. Al menos es incompatible con mi objetivo número 1: empaparme de la vida 1.0.

Así que escribo hoy para pedir perdón en general, por no escribir, por no leer, por no comentar, por no compartir...

Escribo para desahogarme, ya sabéis que de eso trata esto, y conseguir así liberarme de mis propias presiones. Puede que solo con esto, mi mente se sienta mucho menos pesada y empiece a remontar...

Ya veremos.

Os leo cuando puedo, comento lo mismo... Pero aquí estoy, si conseguís no olvidaros de mí a pesar de la poca presencia... ¡nos vemos a la vuelta!

sábado, 4 de mayo de 2013

¡Sorpresa!



Sé que a muchos esta entrada os parecerá absurda, puede que hasta evitable. Si es así, perdonadme de antemano.

Es que la emoción me hace gritarlo... ¡¡¡Voy al concierto de (mi) Alejandro (Sanz)!!!

Si no os pongo en antecedentes no vais a entender nada, lo sé.

Alejandro es para la mayoría de la gente un cantante. Bueno o malo, puedes pensar lo que quieras. Un cantante también evitable para muchos. Para mí, durante mucho tiempo, lo fue todo. Sé que corro el riesgo de parecer superficial (hasta chiflada, soy plenamente consciente).

Hace 20 años, cuando mi vida se derrumbaba por completo (Madre ausente), aparecieron él y sus letras. Él y su música. ÉL.

Yo tenía 13 años y una perspectiva de vida bastante negra. Y él lo llenó todo de luz, de amor a raudales, de ternura, de vida. Supongo que fue un mecanismo de defensa, pero se convirtió en mi refugio. Sé a ciencia cierta que si no hubiera pasado horas y horas encerrada en mi habitación escuchándole me habría vuelto loca.
Mi vida empezó a girar alrededor suyo. Lo sabía todo de él, mi habitación se convirtió en un santuario con sus fotos por todos lados. Hasta enseñé a mi sobrina (que por entonces tenía unos 2 años) a decir "tito Álex" cuando lo veía en la TV (lo sé, visto desde fuera puede hasta catalogarse de obsesión).
No sé si entenderéis, o si al menos os podéis hacer una idea de qué significaba para mí.

En fin, que 20 años después sigo quedándome totalmente petrificada cuando le escucho hablar. Es como si me hipnotizara. Para mí es "volver a casa", a mi refugio, a donde te sientes realmente en paz.

Bueno, como los antecedentes ya están claros, os explico a qué viene este post.

Llego a casa. Mi marido me dice que no puede esperar más, que me da el regalo del Día de la Madre que debía darme mañana. Genial, me encantan sus regalos. Lo abro. Una caja de cartón preciosa, me servirá para guardar algo (aún no sé qué) seguro, pienso. En la tapa, una nota de su puño y letra: "pide un deseo". Alucino. ¿Deseo? No deseo más que pasar muchas muchas horas con él y mi niña... Abro la caja. Y ahí, boca arriba, encima de montoncitos de papel de regalo hechos bolitas, las entradas. "Alejandro Sanz. 30/05/2013", he leído. Y no he sabido reaccionar... Sí, he llorado.
Enseguida mi mente se ha puesto a dar vueltas. ¿Con quién voy a ir? Nunca hemos salido los 2 solos desde que nació la peque. PORQUE NO HEMOS QUERIDO, que quede claro por si las moscas. Sabía que no iba a ir con él y en esa caja habían 3 entradas... Entre lágrimas le he mirado espectante. Y ha dicho el nombre de mis 2 amigas más importantes. No entendía nada... "¿Van a pagar más de 60€ para acompañarme?". "Sí, he hablado con ellas y están encantadas".

En serio, sé que habrá mucha gente que no entenderá el por qué de tanta emoción... Pero para mí es tremendo.

Hace pocos días hablábamos de eso de salir sin la niña. Yo le comentaba la verdad, de momento no me apetece. No es que no pueda, es que no quiero pasar un segundo sin ella. Ya vendrá el tiempo en que me apetezca, pero de momento, no. "Solo me despegaría de ella (un ratito) para ir al concierto de Alejandro", le dije. Supongo que algo se activó en su cabeza, y aquí están las entradas.

Pero no solo eso. Se puso en contacto con mis amigas, les preguntó si querían, si estaban dispuestas a pagar, porque es bastante caro... ¡Y dijeron que sí! A pesar de no estar en el mejor momento económico... A pesar de que el concierto sea un jueves y al día siguiente madruguen... A pesar de todo, ¡han dicho que sí!

Pues eso, que han estado días "maquinando" a mis espaldas, solo por hacerme feliz. Por verme sonreír.

Me siento tan afortunada...

Por él, que se empeña en que siga saliendo el sol cada día.

Por ellas, que, a pesar de los pesares, siempre salen corriendo a socorrerme si lo necesito.

Y por esta vida que (más vale tarde que nunca) ha empezado a compensar el sufrimiento...

Gracias, vida. Mil gracias.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Gracias por comentar

Es verdad, no soy bloguera, como dije hace un tiempo. Pero, oye, le estoy cogiendo el gustillo a esto de desahogarme en público.
Vosotras, que sois grandes blogueras, seguro que habéis olvidado ya el subidón que se siente cuando recibes muchas visitas... Y algún que otro comentario. Ay, los comentarios... ¡Qué caros son! ¡Cuánto cuestan! Esto de Blogger, que es muy chivato, te dice cuánta gente te ha leído. Entonces ves, de repente, que una entrada ha sido visitada 1368 veces (para mí, una pasada, impresionante, increíble, vaya) y tienes... ¡¡¡6 comentarios!!! Sí, seis, incluidas mis respuestas. Y como yo me empeño en ser educada y contestar TODOS los comentarios, resulta que han habido TRES valientes que han dejado comentario.

A ver si me sé explicar... No es que esté obligando a la gente a comentar, que en los tiempos que corren bastante hacen con terminar de leer la entrada completa (estoy más que convencida que muchos no llegan al final, que escribo pocas pero las que salen son siempre demasiado largas...). Pero sí, me encantaría que lo hicieran, aunque fuera para decirme "menudo tostón". Algo que me diga que están ahí, de vez en cuando, o siempre, da igual, pero que están.

¡Ojo! Que los valientes que terminan de leer las entradas y, además, comentan, también merecen mención especial... ¡faltaría más! Son poquitos, así que terminaré rápido.

  • mamatambiensabe y ¡vaya si sabe! Apareció en mi vida en un momento duro... Andaba yo perdida en esto de Twitter, quejándome en vano de mis injusticias laborales... Y entonces llegó ella. Y, de repente, empecé a estar un poquito menos sola. Con ella vino algo de luz, me demostró que solo unidas podremos acabar con las injusticias. Me enseñó el poder de la lucha y me animó a no caer. Y ella, que tantísimo sabe, no sé si sabe que desde entonces se convirtió en alguien fundamental en mi vida (de momento 2.0). Que solo una palabra suya me anima el día, y saber que está (y os prometo que SIEMPRE está), hace que todo parezca mucho más fácil... GRACIAS, Cata, de verdad. Espero ansiosa el achuchón 1.0.
  • El Universo de Lai Ay, ella... Ella siempre me saca una sonrisa, SIEMPRE. Ya sea recién levantada, cuando se lava la cara con las gafas puestas (jajaja aún no puedo quitarme la sonrisa de la cara al imaginarte), o las noches de los lunes, en que compartimos más que un programa de televisión (mención aparte tendrá mi maravillosa #GHmamipandi, por supuesto). Eres grande, única, verdadera. Juntas conseguiremos superar todos esos baches que la vida se empeña en ponernos en el camino, debes estar segura de ello.
  • La morada de Nieves Nuevísima incorporación a la blogesfera y arrasandooooooo. Es impresionante cómo escribe, cómo siente, cómo es. Tanto, que reconozco que a veces me cuesta creer que no es un personaje de ficción, la protagonista de un libro de esos que me absorven desde el primer día. Apareció de repente en mi blog, haciendo una entrada estelar. Y, en muy poco tiempo, se ha convertido también en esencial. ¿Sabes cuando empiezas un libro de esos interesantísimos, de los que no puedes despegarte casi ni para ir a dormir? Pues eso me pasa con ella. Se hace querer desde el minuto uno. Grande, muy grande. Auguro una carrera meteórica, en breve la vemos firmando libros en Sant Jordi, al tiempo.
  • mis2monstruitos Porque también de papis vive Twitter... Moisés es especial lo mires por donde lo mires. Padrazo donde los haya. Divertido a tope, optimista y muy detallista. También él siempre está, siempre comenta, aunque sea para levantar el dedito y gritar... ¡presente! Seguro que es porque también él sabe cuán importante es recibir un comentario, cómo te llena de energía para seguir... Gracias, de verdad.
  • La mamá de mi rubio Hablamos poquito, pero sé que está. Divertida y cariñosa a partes iguales. Necesito más tiempo para seguir descubriéndola y hablar de ella... Pero merece también estar aquí, porque también es de las valientes que comenta. Gracias, guapa!
  • Mamá (Contra) Corriente No me extenderé con ella... Porque ella merece un post para ella solita. Grande como la que más. Inteligente, sensible, siempre pendiente de mí... Demasiado confiada a veces (ojalá nunca deje de serlo, es parte de su encanto). Mujeraza, madraza, y todos los "-azas". Solo le falta creérselo un poquito más ella misma. GRACIAS por tantos consejos, por escuchar siempre, a cualquier hora.
¿Lo ves? La lista es cortita... Hay algún comentario más, pero o son aislados o es una "relación" que acaba de empezar, por lo que tal vez más adelante reciban otro post...

Me encantaría que la lista creciera, porque todos tenemos algo de exhibicionistas cuando nos decidimos a publicar pensamientos. Me encanta recibir comentarios, por supuesto. Pero lo que más me gusta es lo que me aporta este mundo 2.0, en que el anonimato diluye los miedos y nos permite compartir lo más profundo sin temor a sonrojarnos.

Os doy las gracias desde aquí, chicos, sois una tribu perfecta.

P.D. Mi #GHmamipandi... GRACIAS por las risas, por las "paranoias", por la diversión, por sacarme una sonrisa en días en que parecía imposible. Nos cambian a los jueves, pero ahí seguiremos, ¿no?

lunes, 29 de abril de 2013

Madre ausente

Se acerca el día de la madre... Y madre no hay más que una... Hasta cuando dura poco.

Hoy voy a felicitar a mi madre. Hace ya demasiados años que se fue, pero sigue estando conmigo. Sé que suena tópico, pero en mi caso es cierto. Supongo que fue un mecanismo de defensa que inventó mi mente de 13 años... Pero la siento conmigo siempre.

Cuando alguien me pregunta si "lo he superado", siempre digo lo mismo: esas pérdidas no se "superan" jamás, aprendes a vivir con ello, simplemente.

Siempre que he necesitado apoyo, he "hablado" con ella al acostarme. Le he pedido consuelo, protección, hasta ayuda en exámenes. Le he dado las gracias por protegerme desde allá donde esté, porque sé seguro que lo hace.

Cuando me suceden cosas terribles, hechos dolorosos, también hablo con ella. No le culpo, le agradezco también, porque doy por hecho que es ella quien me pone esos "obstáculos", para que aprenda la lección, para que salga de ello mucho más fuerte...

Tan fuerte como fue ella. Siempre sola, siempre enferma... Con una hija adolescente que le daba más disgustos que alegrías, a pesar de ser la más consciente de que sus fuerzas se apagaban...
Con otros dos hijos, demasiado pequeños para comprender, para ayudar, para hablar...
Con un "ex" que jamás le pasó el dinero que le correspondía pasar. Un ex que, además, la ofendía siempre que podía...

Aún así, jamás escuché de su boca un insulto hacia el hombre que nos engendró. Ella siempre mantuvo la compostura, siempre. Incluso cuando ya no le quedaban fuerzas ni para cogerme la mano.

Se despidió en silencio, se fue sin hacer ruido, creo que no quería ser más molestia...

Se fue, pero en mí quedó. Aunque las sombras no se fueran jamás de mí tampoco. El dolor de su pérdida me acompañó siempre, por mucho que intenté esconderlo.

Ahora que soy madre pienso en ella más que nunca. Qué difícil debió ser... Qué duro, qué mal lo tuvo que pasar.

Sola y en una cama, mientras sus hijos crecían... Y ni siquiera podían disfrutar una tarde de juegos con ella.

Intento pensar que el destino le tenía preparado algo mejor.

Prefiero pensar que me está viendo, me da igual si desde el cielo o desde otra dimensión. Pero me ve y se siente orgullosa.

Orgullosa porque el único objetivo en mi vida es disfrutar de mi hija, darle lo mejor y hacerle feliz. Sé que eso es justo lo que ella esperaría de mí.

También estará orgullosa porque saqué mi carrera y tengo un trabajo más o menos estable. Pero sé que su orgullo es que me ve sonreír todos los días.

Su orgullo es mi felicidad, igual que el mío es la felicidad de mi niña.

Es curioso cómo cambia la percepción de tu madre en cuanto te conviertes en una.

Ahora te admiro mucho más, mami. Gracias por enseñarme lo mejor, en unos pocos años físicos, pero todos los demás también...

Te quiero, mamá. Feliz día.

lunes, 15 de abril de 2013

Mi bebé ya no es bebé

Un día cualquiera llegas con un bebé a casa. Y desde ese momento, empiezas a olvidar cómo eras antes de ese bebé, cómo era esa casa, cómo era la vida...

Lo mejor es que ni siquiera quieres saber cómo era esa vida "antes de".

A veces te preguntas cómo pudiste vivir tanto tiempo sin esa vida chiquitita que inunda tu alma. Pero te lo preguntas porque no entiendes que antes pudieras ser feliz.

Y todo empieza a oler a bebé. Todo sabe a bebé. Todo es bebé.

Le miras y lloras, intentas que sea cuando nadie te ve, ¿entenderán que solo lloras de felicidad? ¿Que ahora, por fin, te sientes plena?

Empieza a importarte bien poco esa talla de más que se niega a abandonarte. O no ir a ese cine que tanto te gustaba.

Olvidas qué te hacía feliz antes de tu bebé. Incluso te planteas si alguna vez lo fuiste, porque no recuerdas en tu pasado ni una sola emoción parecida.

Sin darte cuenta pasa ese día, y los siguientes... Empieza a mirarte con amor, se le escapa una sonrisa, un gorgojeo... Y tú mueres de amor en cada uno de sus gestos. Sigues sin entender qué hacías antes de ella.

Evoluciona... Obviaré aquí la fase en que vuelves al trabajo y sientes que te arrancan, literalmente, un trocito de ti. Este es un texto feliz... Puede que en otro momento...

Pasa el tiempo, ella avanza, parece decir palabrejas (que evidentemente solo tú comprendes), te dice "mama" mirándote a los ojos y te deshaces. Ella, que lo sabe, no para de decir "mama". Para todo. Y tú, lejos de agobiarte, mueres de orgullo en cada "mama".

Juega, ríe, empieza a descubrir ese mundo al que le has traído sin avisar... Y tú lo descubres con ella. Impresionante.

El tiempo va pasando, los logros, las risas, las miradas, los besos...

Y, de repente, da un pasito sola.

Se acabó, ya no hay bebé.

Sientes una punzada en el corazón cuando notas que no te necesita para coger un juguete, o acercarse a ti en la cocina.

Sí, es hermoso, tu bebé crece feliz. Pero, a la vez, te come la nostalgia.
Lloras otra vez. Pasó ese bebé al que arropabas, adiós a tantos momentos...
Vienen otros, de acuerdo, sigue encandilándote, ¡le adoras! Pero necesitas despedirte de ese bebé... para disfrutar del todo, y como merece, a esa niña que sigue llenando tus días.

Aquí estoy, despidiéndome de mi bebé, dando la bienvenida a la pequeñaja terremoto en que se ha convertido.

No es bueno vivir en el pasado, y el presente tiene tantas cosas por disfrutar...

Ya no eres un bebé, pequeña, pero sigues llenando mi vida, dando luz a mis días, inundando mi alma.

Eso sí será eterno.

lunes, 8 de abril de 2013

Desnudándome

Sé que te cuesta entender mi forma de crianza. No sabes por qué motivo mi hija ha invadido todos los rincones de mi alma.
He intentado explicarlo algunas veces, pero ni siquiera para eso dedico demasiado tiempo. Mi tiempo, TODO mi tiempo, es para ella.
A veces dices que no me olvide de mí, que "los hijos crecen rápido y qué harás entonces...".
Qué haré entonces... Quizá no arrepentirme de habérmelo perdido. Quizá dar gracias por haber vivido esos momentos que jamás volverán.

Pero vayamos por partes. Hoy me apetece explicarte algo más de mí. No es ninguna excusa, puede que ni siquiera tenga lógica... Pero tal vez, solo tal vez, después de leer esto seas un poco más capaz de entender...

¿Tú recuerdas cuando eras niño? Yo no.

Borré casi todos los recuerdos. Ni siquiera sé si lo hice consciente o inconscientemente. Simplemente, no están.

Bueno, para ser sinceros, alguna sensación sí ha quedado.
Puedo resumírtelo en pocas líneas...

No recuerdo qué es un padre. Jamás lo tuve. Sí, un par de veces nos visitó en domingo, para invitarnos a un refresco. A la tercera dije que no me apetecía, que prefería estar con mis amigos (creo recordar que tenía unos diez años...). Nunca más le vi. Y, aunque te cueste creerlo, jamás le eché de menos. No puedes añorar lo que no conoces.

Recuerdo una madre siempre enferma a la que yo misma hacía las curas, hasta que se fue, a mis trece años.

Recuerdo crecer al lado de una abuela, siempre demasiado mayor y demasiado triste para repartir juegos, abrazos o besos.

Recuerdo dos hermanos con los que jamás compartí mucho más que algún reproche... Y con los que hoy ni siquiera reproches me apetece compartir.

Puedo resumirlo aún más. Recuerdo una infancia en soledad.

Siempre fui una niña seria. Luego me convertí en adolescente responsable, estudié una carrera que pagué con mi propio sueldo, me licencié con mucho esfuerzo y algo de orgullo... Pero no recuerdo haber sonreído mucho.
Me crucé por el camino con dos hombres demasiado parecidos a aquel padre ausente. Muchas veces pienso que yo misma los busqué, o los atraje, qué sé yo...
Sufrí, seguí sufriendo... Hasta que llegó ÉL (así, con mayúsculas) y sentenció aquel NUNCA LLUEVE ETERNAMENTE. El resto de la historia lo conoces ya... La sonrisa no ha desaparecido de mi cara desde entonces. Hace que el sol brille cada día, todos y cada uno de mis días. Y, además, me ha regalado lo mejor de mi vida: mi niña.

Si una cosa tuve siempre clara es que un hijo solo debe tenerse desde el amor más profundo y la unión más sincera.
Un niño no pide venir al mundo, lo decidimos nosotros, con todas las consecuencias. Por tanto, nos debemos a él. Su felicidad debería ser nuestro único objetivo.
Un niño no debe sentirse solo JAMÁS.
Todos los besos, los abrazos, las risas, los te quiero... Son vitales para un niño.

Todo mi tiempo, mis esfuerzos, mis energías... Todo está destinado a ella. Nunca voy a permitir que se sienta sola.
Eché de menos los besos, las caricias, los juegos, los te quiero. Es cierto que la vida no me dio opción, pero esta vez es diferente, esta vez sí tengo la opción, yo no hago más aprovecharla. Escuché a mi instinto, tan sabio... Y solo me dejo llevar...

¿Entiendes un poquito mejor?
En realidad tampoco importa demasiado... Simplemente, no me compadezcas, no me juzgues. Hazme solo ese favor.


martes, 19 de marzo de 2013

Felicidades, papi

Pequeña, hoy vamos a felicitar a papi.

Es su día.

Vamos a darle las gracias por todo el amor, por toda la dedicación, por la pasión.

Tú ya sabes cuánto te quiere papi, cómo te cuida, cómo has pasado a ser el centro de su vida. No hace falta más que ver con qué ojos le miras, cuánto amor desprenden, cuánta devoción.

Pero yo puedo ayudarte a saber más. Papi es la persona más buena que conozco. Jamás piensa mal de nadie, siempre tiene la palabra adecuada, siempre sonríe, siempre ama.

Papi decidió un día, hace casi 6 años, dedicar su vida a hacerme feliz. Cumplió su promesa, la sigue cumpliendo día a día.

Papi ya te amaba antes de verte.

Papi saltó de alegría cuando supo que estabas en camino.

Tú no lo recuerdas, pero antes de venir, hiciste otro intento. Quisiste llegar cuando aún no era el momento. No te aferraste lo suficiente, a las siete semanas te fuiste. Mami sufrió mucho más de lo que sabe expresar. Sufrió el dolor físico, pero el psicológico dolió más aún. Papi sufrió con mami, cogió mi mano cuando el dolor parecía insoportable, lloró desconsolado al despedirte, me acompañó en la más absoluta oscuridad.

Después, cuando decidiste hacerte fuerte y venir a este mundo, esta vez sí, papi intentó que desapareciera el miedo a perderte de nuevo. Seguramente él también tuvo miedo... Pero su amor por mí, y también por ti, le hacía disimular, decirme continuamente que todo saldría bien...

Le vi temblar en alguna ecografía, antes de ver encendida la pantalla en la que aparecerías, temeroso de encontrar el vacío de la otra vez.
Pero tú siempre aparecías en esa pantallita, con el dedo en la boca, sin dejarte ver del todo... Pero llena de vida. Y él sonreía tranquilo ya, y apretaba mi mano, tal como habíamos pactado, cuando veía latir tu corazoncito.

Sufrió conmigo cuando tuvieron que ingresarme para que no sufrieras tú, cuando me tuve que "recluir" en casa para que no salieras antes de tiempo.

Me ayudó con tu habitación, con tu ropita, con la preparación de tu llegada. Casi nueve meses me estuvo transmitiendo tranquilidad... hasta el día en que decidiste hacerte ver. Ahí fui yo quien se colmó de tranquilidad... y él de nervios. ¡Por fin iba a verte la carita! Supongo que ese fue el momento en que, de verdad, fue plenamente consciente de que llegabas.
Y, aun nervioso, supo en todo momento cómo actuar. Volvió a coger mi mano cuando el dolor me rompía, literalmente. Secó mi sudor, y mis lágrimas, calmó mis temblores... Sentí que pasaba el mismo dolor que yo. Me acompañó, en el más amplio sentido de la palabra, como ha hecho siempre.

Tuvo mucho miedo, más del que ha tenido nunca, cuando vio que flojeaba tu corazón.

Miró, a pesar de lo que creía, con toda la atención posible, para no perderse detalle. Y, ¡ay, pequeña! cuando te vio salir... ¡Si hubieras visto su cara! Fue la viva expresión del más puro amor. Te cogió en sus brazos, parecías tan pequeñita, ¡pero tan grande a la vez!

Es imposible explicarte, mi niña, todo lo que ha sentido este tiempo papi por ti.
Y tampoco lo necesitas, porque lo sientes. Sabes que eres toda su vida.

Y yo no puedo estar más orgullosa de ese amor, porque no puedo sentirme más plena. Los dos, tú y él, dais sentido a mi vida, y hacéis que todo valga la pena.

Así que por todo eso, y por mucho más, que no puedo, o no quiero, o no sé explicar, vamos a felicitar a papi en su día.

Porque es mi mayor apoyo, mi otra mitad, casi mi mente y mi cuerpo.

Y porque es tu ejemplo, tu mayor admirador, tu amante incondicional, tu salvador, tu guía...

Felicitémosle, porque, aunque me tachen de poco objetiva, es el mejor padre que pudiste elegir (efectivamente, creo que fuiste tú quien nos elegiste a nosotros, no al revés).

Felicidades, papi.

Te queremos.

viernes, 1 de marzo de 2013

Y ahora... ¿cómo te lo explico?

¿Recuerdas cuando eras muy muy pequeñita (mucho más que ahora) y estabas en mi barriga?

¿Recuerdas cómo te acariciaba? ¿Cómo te cantaba?

Yo sí lo recuerdo, mi pequeña, porque no hace mucho... y porque ha sido la mejor etapa de mi vida.

Recuerdo cuando te decía que serías un bebé afortunado, porque eres fruto del amor más inmenso.

Ya entonces empecé a prometerte amor eterno. Te dije mil veces, entre caricia y caricia, que nunca permitiría que te sintieras sola.

Hace solo 15 meses que naciste, y ya he fallado a mis promesas.

¿Cómo te lo explico?

¿Cómo te explico yo ahora que no siempre podré acompañarte cuando lo necesites?

¿Cómo te explico que a veces estará mami, a veces papi, pero casi nunca los dos a la vez?

Trataré de hacerte entender...

Tú aún no sabes qué es el dinero. Tampoco me apetece que lo sepas... en el fondo, es el responsable de la mayoría de los males. Te diré, por si te ayuda a entender, que los papis tienen que tener dinero para que tú crezcas sana como creces, porque comes todo lo que necesitas. O para que luzcas preciosa como lo haces, con esas ropitas coloridas y modernas.

Y el dinero, pequeña, no es de todos por igual. No está en todas partes, disponible para quien lo necesita. No.

El dinero lo tienen unos señores, casi siempre los mismos. Y los papis, los tuyos y los de la mayoría de bebés, tienen que trabajar para conseguir que esos señores les den el dinero que les corresponde.

Son esos señores, pequeña, quienes deciden cómo, dónde y cuánto.

Son esos señores quienes han decidido que el dinero nos lo darán a cambio de tiempo. Requieren nuestro tiempo, necesitan "tenernos cerca", más allá de si lo que hacemos ahí, bien cerquita, es algo interesante o no.

Mami, peleando mucho, ha conseguido arrebatarles un poquito de ese tiempo para ofrecértelo a ti.

He renunciado a unos cuantos caprichos, pero tu sonrisa y tus besos lo compensan con creces.

Algún día te explicaré qué consecuencias ha tenido esa lucha por nuestro tiempo, pero ya lo dejo para otra conversación...

Papi no puede luchar, porque esos señores se lo ponen bastante más difícil. Quieren el máximo del tiempo de papi, desde la mañana temprano hasta que estás a puntito de ir a dormir.

¿Cómo te explico que papi no puede darte de comer, acompañarte en el baño, o darte las buenas noches?

¿Cómo te lo explico?

¿Has entendido algo?

Yo tampoco, mi pequeña. Yo tampoco.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Desilusión

No puedo permitirme la desilusión. Ni quiero ni puedo.

Entre otras cosas, porque si empezamos a verlo todo negro, el barco no tardará en hundirse.

Aunque a veces me fallen las fuerzas y las ganas...
Aunque a veces no vea la luz...
Aunque a veces las voces contrarias parezcan cobrar vida, ahogando mi propia voz...
Aunque a veces sienta que no vale la pena, que no progreso...
Aunque a veces me ahogue en errores, críticas y absurdos...

Aún así, no puedo desilusionarme. Porque ya no lucho por mí misma, sino por ti, mi pequeña.

Porque mi único sueño es tu felicidad, presente y futura.
Porque esta lucha no tendría sentido sin tu sonrisa.
Porque quiero aprovechar mis errores para que aprendamos juntas.
Porque nadie tiene derecho a decidir cuánta cantidad de tiempo nos merecemos.
Porque tienen que entender, no les queda otra, que el amor está muy por encima de todo.
Porque si sigo (seguimos) luchando, pero con garra, seguridad, convencimiento y ganas, podré dormir tranquila, sabiendo que hice todo lo que estuvo en mi mano para que tú, y las de tu generación, no tengáis que arañar vuestros derechos.

Seguiré luchando, no te quepa duda.

Aunque hoy parezca que no me quedan fuerzas.

Tu sonrisa me las da.

sábado, 16 de febrero de 2013

Soy intolerante

Hoy escribiré una entrada políticamente incorrecta.

Porque necesito "sacar" todo esto, porque estoy hartita de poner buena cara y callar.

Básicamente, como siempre, porque me da la gana.

Como a todas las mujeres, ser madre me cambió la forma de ver la vida. Empecé a ser otra, mis ojos ya miraban diferente.

Casi todo ese cambio ha sido para mejor. Pero hay una cosa no tan buena que me trajo el embarazo y se ha quedado conmigo después: no consigo ser tolerante.

Soy intolerante con quienes se empeñan en darme consejos no pedidos, amparándose en una experiencia de 30 años atrás.
Primero, cada niño es distinto, cada madre también... Y, sobre todo, ¡no me importa tu opinión! (lo sé, ya avisé, decir todo esto no es políticamente correcto...)

Soy intolerante con pediatras que reniegan de la lactancia materna. Con ese pediatra que hoy mismo le ha dicho a mi prima (casi hermana) que su hija coge muy poco peso "por culpa de que sigue tomando teta, y ¡tiene ya 15 meses!".
Se supone que debe apoyarle, asesorarle, guiarle, ¡pero no asustarle y culpabilizarle!
Que sí, que la niña es menuda (y prematura, de 34 semanas), que come poquito... ¡pero está sanísima y muy muy feliz!
No soy capaz de tolerarlo, no puedo soportar que le meta el miedo en el cuerpo, que le haga plantearse que hace mal, cuando en realidad le está ofreciendo a su pequeña el mejor de los alimentos.

Hay otra cosa más que soy incapaz de tolerar, y sé que es un tema que levanta ampollas... Y por eso llevo tiempo esforzándome en comprender.
Soy intolerante con esas ma(pa)dres que optan por el "adiestramiento".
Mi conciencia no deja de repetirme que debería respetar la elección de cada uno.
Evidentemente, jamás faltaría el respeto a estas madres, porque no se lo falto a nadie, y además estoy convencida de que creen que es lo "mejor para el futuro de su hijo". Así se lo vendieron, así lo creyeron.
Jamás les diría nada... precisamente porque a mí no me gusta que opinen y juzguen lo que hago.
Solo digo que soy incapaz de tolerarlo.

Porque veo sufrir a esos bebés. Les veo llorar sin ser atendidos, ser castigados por cosas de las que ni siquiera son conscientes. Y, de acuerdo, cada uno es libre de hacer con su hijo lo que quiera, pero... ¿no está el límite en el sufrimiento humano?

He intentado ponerme en el lugar de esas madres. Y, aun desde allí, no consigo comprender.
Porque puede que ellas tampoco estén de acuerdo con que yo duerma con mi peque, o con que la lleve "a un beso de distancia" (maravilloso eslogan de Brazos y Abrazos, estupendos asesores de porteo, pásate, lo recomiendo). O con que no le grite ni castigue, o me empeñe en respetar sus tiempos, ritmos y espacios... ¡Pero mi hija no sufre con ello!

Quiero dejar de sufrir con este tema, y quizá este desahogo me ayude en eso.
Pero, de momento, mi corazón late con fuerza e indignación cada vez que veo un niño ignorado, castigado, insultado por los seres que más deberían cuidarlo y protegerlo.

Intento mirar para otro lado, pensar que es decisión de sus padres, que son libres de elegir...
Pero no puedo evitar que me asalten unas ganas irrefrenables de gritarles que se equivocan.

Como sé que no soy nadie para opinar, y mucho menos para dar lecciones, seguiré callando.

Y me seguirá indignando ver un bebé sufrir.

Seguiré sin tolerarlo.

jueves, 24 de enero de 2013

Queridos jefes...

Queridos jefes:

No seré yo quien les dé lecciones (¡faltaría más!), pero me gustaría explicarles algo que hace un tiempo me ronda la cabeza, y que creo puede ayudarnos a todos.

¿Recuerdan que hubo un tiempo en que vivía enamorada de la empresa? (no les culpo si no recuerdan, somos tantos números...)

Pues sí, hubo un tiempo en que, como todo amor intenso, mi vida giró en torno a la organización que ustedes lideran. En pleno "enamoramiento", solo pude ver sus virtudes. Fui feliz, muy feliz, dándolo todo por ese amor (poco importaba que recibiera menos de lo que daba, ya se sabe, así es el amor).

Pasaron años, ese amor perduraba, si bien ya no tan ciego, pues el tiempo siempre deja ver algún defecto (el "enamoramiento ciego" del principio de toda relación no es eterno...)

Han pasado casi 13 años desde ese inicio de nuestro amor... Y sí, me temo que ha empezado el desamor.

Les escribo como parte implicada, para que sepan que mi intención es salvar esta relación.

Puede que se sorprendan, de todos es sabido que cuando una relación empieza a hacer aguas siempre hay una de las partes que no se da cuenta.

Les expondré mis razones, ojalá puedan comprender...

Hace 14 meses, alguien más apareció en mi vida, trastocando todos mis planes, dando una vuelta a mis cimientos, ocupándolo todo.

Entiendo que ante la llegada de un tercero, ustedes puedan sentirse (re)celosos. Aunque a ustedes sigo teniéndoles afecto... Mi vida ya gira por completo alrededor de esa pequeña vida de 14 meses, de grandes ojos oscuros y sonrisa eterna.

Lo que quisiera hacerles entender, queridos jefes, es que, aunque es cierto que mi amor más puro es para ella, aún tengo cariño muy sincero para seguir siendo muy leal a mi trabajo. Les juro que puedo repartir lealtades.

Mi problema es que ustedes ya no creen en mí, piensan que ese amor me ha cambiado, que el día del parto se esfumó toda mi preparación, mi dedicación, mi esfuerzo, mi coherencia, mi ya comentada lealtad.

Es cierto que les pedí un tiempo para ese otro amor, y de ahí viene su desconfianza (puedo comprenderles, no están acostumbrados a compartirme).

Les diré una cosa que puede hacer tambalear los cimientos de su cultura empresarial: la productividad YA no se mide por el tiempo presencial.

Como puedo adivinar su asombro, intentaré explicarme.

Y se lo explicaré con mi ejemplo, al fin y al cabo, soy parte protagonista en esta relación.

Cuando soy feliz, soy mucho más productiva. Trabajo mucho más, me implico mucho más, resuelvo mucho más.
Y soy feliz si puedo dedicar el tiempo suficiente (justo el que les he pedido) a ese otro amor reciente que me invade el corazón.
Si tengo ese tiempo, el otro tiempo, el que estoy con ustedes, sabré aprovecharlo al máximo (en eso empiezo a ser experta, déjenme demostrarlo).

Si noto su recelo, si sé que desconfían, si me ponen mala cara o entramos en discusiones, el tiempo que paso con ustedes carecerá de calidad (que no suene a amenaza, por favor, no me malinterpreten, solo pretendo que entiendan...).

Soy consciente de que ustedes estuvieron educados en la omnipresencia. Y que no es que quieran desconfiar de mí sin más, es solo que así les enseñaron, así han actuado siempre ("si quieres ser valorad@, te debes a la empresa").
Sienten que compartir el amor es una aberración, ustedes aman de forma exclusiva.

Ustedes no tienen tiempo para sus familias, porque creen que "es lo que toca", que hay que sacrificarse si "quieres ser algo en esta vida", que cuanto más tiempo dediquen a la empresa, mejor valorados estarán.

Siento decirles que por esa convicción, precisamente, es por lo que ustedes jamás sonríen.

Vamos a intentarlo, queridos jefes, hagan un esfuerzo.

Confíen en mí.

Sí, les dedicaré menos tiempo, pero de más calidad.

Salvemos esto. Trece años son muchos años para tirarlo todo por la borda.

Atentamente,

 Su leal empleada y feliz madre.