sábado, 25 de enero de 2014

He decidido pintar tu vida de colores

He decidido pintarte la vida de colores, de esos que te hacen sonreír. 

Y olvidarme de todo perdida en tu abrazo, porque no se me ocurre mejor manera de perderme.

Y enseñarte que la vida puede ser poco agradecida, pero duele menos si la enfrentamos con una sonrisa. 

He decidido reír al viento, como dice el libro que estoy leyendo. Reír al viento y reír contigo, mucho más de lo que ya reímos. 

Y estar siempre cerquita, por si me necesitas, por si dudas, por si flaqueas, para darte aliento.

Y rodearme sólo de personas que me completan. Las que restan las quiero lejos, que llega un momento en que mucha resta resulta cero, y si soy cero, no podré ser todo para ti. 

He decidido mostrarte que el mundo es un lugar maravilloso, aunque no siempre nos muestre su cara amable. Aunque a veces la muestre y no sepamos verla.

Que los despertares con besos serán recuerdos de sonrisas. 

Que las noches abrazadas serán siempre seguridad y cobijo. 

Y he decidido, al fin, dejar de lamentarme por momentos perdidos o vidas ajenas. 

Es esta nuestra vida. Intentaré mejorarla para ti, pero es la nuestra. Dejaremos de pasar por ella de puntillas, como si no fuera con nosotras. Vamos a vivirla, vamos a plantarle cara con la mejor de las sonrisas, vamos a jugar con ella. 

Con un poco de suerte, eso hará que ella solita se convierta en camino de rosas. 

viernes, 17 de enero de 2014

A mi ángel de la guarda

Desperté sin más, triste y enfadada con el mundo porque me tocaba trabajar un festivo. 

Cogí el móvil para evadirme un ratito, en el desayuno. Y leí.

De repente, algo se rompió en mí. Algo marchaba mal. Algo te había ocurrido. Leí... Pero no di crédito. No quería creer que estabas en el hospital. Tú no. Esas cosas no le pasan a la gente buena. 
Tú misma dijiste que sí, que era cierto. Pero me pediste que no pensara en la mala suerte, que estas cosas ocurren para ponernos a prueba... Que la vida está llena de ellas. Que aprenderás, también, de esto.

Y yo no pude dejar de llorar. Creo que las lágrimas brotaron alrededor de una hora. El pecho dolía, la distancia machacaba, la impotencia abrasaba. 

Desde ese día, yo tampoco soy la misma. Un trocito de mí está siempre contigo.

Pagaría por ver tus logros por un agujerito, mataría por cogerte bien fuerte la mano y secar tus lágrimas. 

No hablaste de injusticia. Tú no. A mí no me sale otra palabra. 

Sé que eres fuerte, incluso mucho más de lo que crees, que aprenderás una lección impagable de todo esto. 
Que te llenarás, aún más, de esa humildad que te caracteriza, y esos valores, que son tu bandera, ya nunca cojearán. 

También sé que tú no lo necesitas, porque estás rodeada de gente que es puro amor, pero yo me muero por darte ese abrazo que te debo. Ahora más que nunca. Yo sí lo necesito.

Te echo mucho de menos, espero ansiosa tu regreso a la normalidad (sea la que sea), y te sigo enviando toda la buena energía de mis días. Sé que te llega, porque eso no entiende de distancias. 

Coge fuerzas, querida, empápate del amor que recibes, y vuelve. Vuelve a ti misma y sigue deleitándonos con tu presencia. 

Aquí me quedo, esperando tu sonrisa. 


martes, 7 de enero de 2014

Ante el insulto, respeto

Hay días en que me siento horriblemente juzgada, terriblemente  criticada...
Pero me abrazo a ti, todo lo fuerte que soy capaz, y vuelvo a coger las fuerzas que necesito.

Vuelvo a estar segura de que respetarte es, y será, siempre la mejor opción. 

Porque el RESPETO es siempre el único camino para la buena convivencia, la mejor opción para crear un futuro estable. 

Porque incluso esas voces críticas, que usan la ironía y el desprecio como arma arrojadiza, reciben como respuesta mi respeto. Sobre todo, porque suelen gritar más alto cuando estás tú delante, y sólo hablando con respeto te mostraré el ejemplo, te ensañaré que jamás hay que ponerse a la altura de la mala educación, porque eso la alimenta.
Que responder al insulto con insulto no es más que dar la razón al que pretende hacer daño. Y, por qué no, también es darle alas, hacerle creer que tiene algún valor. 
Cuando en realidad, cariño mío, el insulto no vale nada, es sólo el arma que utilizan quienes no saben respetar la voz ajena.
El insulto por pensar diferente sólo muestra falta de inteligencia, mi niña. Y ante una carencia así tampoco vamos a responder atacando. 
Usaremos el ataque para aprender, como hacemos con todo. 
Puede que hasta nos compadezcamos de quien necesita hacer daño para creer en sí mismo. 

Y, aún así, no intentaremos cambiarle.

Porque cada uno es como es, y necesita lo que necesita.

Yo sólo necesito tu abrazo, y la luz de tu sonrisa para saber que estoy en el buen camino. 

A pesar de los que juzgan.