domingo, 23 de noviembre de 2014

¿En qué momento nos deshumanizamos?

Tuve a mi hija con todas las consecuencias. 

Sabía que los primeros años dormiría poco y mal. 
Que tendría rabietas.
Que soltaría palabras fuera de lugar delante de desconocidos.
Que no se quedaría sentada y quieta en un restaurante. 

Sabía que no tendría por qué ser fácil. 

Quizá por eso no suelo perder los nervios cuando pasa. Por eso y porque siempre, siempre, me pongo en la piel de mi hija. Siempre intento adivinar su sentimiento. Por eso le atiendo cuando lo pide, le explico mil porqués, le calmo cuando llora (aunque sea por una cabezonería), le justifico todos mis no. 
Le ayudo a identificar sensaciones, le enseño a ponerse en el lugar del otro cuando hace algo que puede resultar molesto. 
Su llanto me duele como si fuera mío. Necesito calmarlo siempre, sin excepciones. Sé que cuando reclama mi atención es porque lo necesita, no porque le apetezca sin más. Ignorarla en ese momento sería desatender sus necesidades y eso está incluso penado, digo yo. 


Y tú... ¿Qué pensabas cuando decidiste tener a tu hijo? ¿Creíste que sería un mini adulto educado y obediente desde el primer día? ¿Por eso pierdes los nervios, le castigas y le das azotes? ¿Por eso ignoras su llanto sin inmutarte al menos "por fuera"? 
¿En qué momento pensaste que no necesitarías la paciencia? ¿Creíste que tu vida no cambiaría ni un poquito? ¿Pretendías seguir con tu día a día sin interrupciones? ¿Por eso te molesta? ¿Crees que no le duele un azote? ¿Por qué crees que hay que domesticarle? ¿Acaso no ves claramente que necesita más guía y menos recriminaciones? 

No sé en qué momento nos volvimos inmunes a ese llanto de bebé, de niño. 

No sé cuándo nos deshumanizamos. 

Pero me da pena, mucha pena. Y terror. Si somos capaces de ignorar las necesidades de un ser indefenso... ¿a dónde podemos llegar? 

Ojalá recapacitemos. 

Ojalá empecemos a cuidar de nuestros niños, de nuestros mayores, de nuestros seres cercanos,  de los lejanos, del ser humano. 

Ojalá veamos que así solo vamos a la deriva.